Abuelos al borde de un ataque de nietos by Leopoldo Abadía

Abuelos al borde de un ataque de nietos by Leopoldo Abadía

autor:Leopoldo Abadía
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Autoayuda
publicado: 2017-09-03T22:00:00+00:00


MATARSE A TRABAJAR

Sigo con mis ideas fijas. Me ha dado por el tema de los consejeros y consultores porque de esto sé algo. Tantos años dedicado a ello supongo que han de servir, al menos, para enrollarme en este libro.

Pues eso, sea quien sea y como sea, el miembro de un consejo debe tener dos características comunes a todos los que trabajan en esa empresa: que se mate a trabajar y que intente hacerlo muy bien.

Porque si le faltara una de esas dos características, el consejero sobraría. Me da lo mismo que fuera listo o tonto, presidente o señora de la limpieza. Y si me preguntan quién es más importante, contestaré que el que se esfuerce más por matarse a trabajar bien.

Y hay que trabajar bien por dos razones:

— Porque en la definición de «trabajo» se da por supuesto que está incluido intentar hacerlo bien.

— Porque en una época de tanta competitividad como la actual, en el momento en que la empresa de la esquina me dé un servicio un poco mejor que la de la otra esquina, que era a la que yo iba siempre, me cambio con toda tranquilidad. Y el que ha perdido el cliente (y los que perderá) dirá que se ha hundido por la crisis, en lugar de reconocer que se ha hundido por chapucero.

* * *

Como de costumbre me voy por las alturas, revoloteando. Aterrizo y veo por qué he dicho lo anterior. Es porque, hablando con ese nieto mío, le he contado alguna batallita; vieja, como la mayor parte de las batallitas, y ha puesto cara de sorpresa al ver la cantidad de documentación que tengo y lo trabajada que está.

No me digas que eso no es lo frecuente. Porque si no lo es, hay que hacer que lo sea. Por supuesto, no a base de leyes ni de directivas de la Unión Europea. A base de que cada uno tenga la honradez suficiente como para ganarse el pan —o el caviar— de un modo serio. Y cuanto más caviar, más serio. Y si se cansa que se busque otro empleo.

Y esto los mayores tenemos que enseñárselo a los menos mayores, haciéndoles ver que hoy he llegado tarde a casa porque he estado preparando el consejo de mañana o porque un cliente de la empresa de limpieza quiere que lo hagamos mejor.

Y, además, con buena cara, sin que se note lo cansado que estoy porque usted no sabe cuánto he trabajado hoy.

* * *

Le digo a mi nieto que lo de ganarse el pan —trabajar— es lo natural. Adán y Eva se ganaban el pan trabajando en el paraíso terrenal. Hacían una jornada cómoda y, como no se cansaban, paraban cuando les apetecía salir de paseo. Luego hicieron el tonto y Dios les castigó, no a trabajar, sino a cansarse trabajando. Entonces vino lo del sudor de tu frente.

Pero la buena cara es obligatoria. No puede ser que lleguemos a casa con semblante de haber corrido el maratón y con aire de superioridad sobre los demás, que no han corrido —pensamos— ni la Jean Bouin.



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